La Homeopatía es un método terapéutico desarrollado por Samuel Hahnemann, médico alemán de principios del siglo XIX, que restablece la salud mediante la administración de medicamentos homeopáticos, seleccionados individualmente según la ley terapéutica de los semejantes.

La ley de los semejantes establece que una sustancia capaz de producir una determinada sintomatología (al experimentarla en individuos sanos) es también capaz de curarla en los enfermos, administrándola en dosis mínimas.

El tratamiento homeopático está indicado en general para cualquier enfermedad y en cualquier época de la vida, ya como tratamiento exclusivo o como complemento de otras terapéuticas.

El objetivo del tratamiento homeopático es conseguir la curación global del paciente (no sólo de su enfermedad), mediante la estimulación del proceso natural propio de cada persona.

La eficacia de la Homeopatía la avalan los más de 200 año de experiencia clínica de los médicos homeópatas de todo el mundo y el desarrollo de estudios científicos concluyentes.

La Homeopatía Unicista

Se entiende por unicismo la forma ortodoxa de practicar la Homeopatía, que consiste en la utilización de un solo medicamento por vez a dosis mínimas, cuyas propiedades medicinales se conocen por su previa experimentación en personas sanas, para tratar la globalidad del padecimiento individual de cada enfermo
La garantía de un buen diagnóstico y un buen tratamiento homeopáticos reside en la elección de un médico competente y bien cualificado.

Los medicamentos homeopáticos

Los medicamentos homeopáticos son de origen natural (mineral, vegetal o animal), preparados rigurosamente mediante un proceso de potenciación, que incluye la dilución profresiva y seriada de la sustancia medicinal, y su dinamización repetida por una potente agitación manual o mecánica.

Los remedios homeopáticos actúan por estimulación del organismo, favoreciendo los mecanismos de auto-regulación y desencadenando un proceso de curación natural en todas las esferas del mismo.

Los medicamentos homeopáticos son seguros, exentos de efectos tóxicos y de efectos secundarios serios, dada la pequeñísima dosis utilizada. Están indicados, por ello, también en embarazadas, en niños y en ancianos.

Su forma habitual de administración es por vía oral (sublingual), en gránulos, glóbulos o solución hidro-alcohólica (a cucharadas o en gotas).